Mauricio Macri se cansó de los pedidos de su propio entorno para remover a Marcos Peña y les pidió a sus funcionarios que dejen de especular con su salida.

"Marcos y yo somos lo mismo", les aseguró el presidente a algunos de sus ministros para terminar con las versiones que recaen sobre el jefe de gabinete en los últimos meses a raíz de la crisis económica.

El pedido más vehemente se lo hizo su "hermano de la vida", Nicolás "Nicky" Caputo, el más pragmático de sus consejeros. Más cómodo en la política tradicional, Caputo mantiene desde hace una década una tensa lucha de egos con Peña, cultor de la política "new age".

Pero Macri ratificó una vez más, pese a los constantes pedidos del mercado, que no está dispuesto a sacrificar su pieza más importante.

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El presidente ya había dicho en los primeros meses de su gestión que Marcos eran sus ojos y su inteligencia junto a Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, que siguen en sus puestos pese a las turbulencias.

El apoyo de Macri llega justo en el momento en el que en esa pelea subterránea con Nicky, el jefe de gabinete salió fortalecido por el escándalo de los cuadernos. Además de ser temido en el gabinete por el control exhaustivo de los movimientos presupuestarios de cada funcionario, Marcos representa al ala reacia del Gobierno a hacer acuerdos con la oposición.

En especial con el peronismo, el principal golpeado por el caso de los coimas. Peña suele chocar con esa estrategia con otros referentes del PRO que proponen acuerdos coyunturales con el PJ, como el propio Nicky, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, los rivales del jefe de gabinete para la sucesión de Macri.